Filosofia de Taekwon-Do (extraído de internet)

miércoles, 25 de julio de 2007

Un día, cuando un maestro de Zen paseaba por el campo con su discípulo, un faisán salió de un matorral frente a ellos y se escondió torpemente entre la maleza. El estudiante rió y dijo: "los pájaros son tan tontos e indefensos". El maestro de Zen enarboló su bastón y golpeó a su discípulo en las espinillas. "Vuela", ordenó.
Todas las cosas tienen sus debilidades... y su fuerza. La piedra afila tijeras, las tijeras cortan papel, el papel envuelve la piedra. Los individuos se consideran débiles porque no saben usar su fuerza. La esencia del Taekwondo es hacer consciente al individuo de su fuerza natural y de cómo aplicarla con mayor ventaja posible. De este modo, la persona supera su única debilidad real: su falta de fe en sí mismo.
Se requiere paciencia. Hombres sabios han dicho que quien lo halla fácil al principio tiene mayor dificultad después. Para algunos, incluso la paciencia necesita de práctica. El impaciente puede precipitarse a adquirir técnicas brillantes para impresionarse a sí mismo e impresionar a otros igualmente superficiales... únicamente para descubrir, cuando tenga que encararse a alguien que sea valeroso en realidad, qué todas las triquinuelas son inútiles. Cuando uno se consagra con sinceridad a la práctica del Taekwon-Do, ingresa a una situación de relaciones recíprocas, en la cual el valor moral se incrementa a través del desarrollo físico, y la vanidad se transforma en auténtica confianza.

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